Transcripción:
A gritos y sombrerazos
La polarización y arbitrariedad son resultado de viejas tácticas imperialistas del siglo XIX.
Así andamos. El mundo se encuentra envuelto en una vorágine de hechos inusuales. No hay región que no se vea azotada por declaraciones insólitas, decretos a diestra y siniestra con sus correspondientes contraórdenes. Y una verborrea tal que ni Cantinflas manejaba en épocas más calmadas. Un día se suben los aranceles, quedando poblaciones y gobiernos estupefactos por la arbitrariedad y rompimiento de convenios aprobados, pero, al día siguiente se posponen, después de presiones y pláticas amables entre presidentes. Y… va de nuevo.
La guerra en Ucrania, claramente una invasión rusa, es tratada con frivolidad, mientras miles de soldados y civiles de ambos países sufren. Un día le quitan el suministro de armas e información a Kiev y al otro se dictan sanciones al pueblo invasor. Ni quién los entienda.
Estamos empezando a analizar las tácticas del presidente Donald Trump para desestabilizar al mundo, empezando con su propio pueblo, para después, habiendo causado debilidad, miedo y ante un rival amigo (¿o enemigo?) hacer un cierre decisivo y unilateral. Este ejemplo es como un bumerán, que va a regresar a golpear al que lo inició. Ya empiezan las reacciones de todo tipo, la polarización y arbitrariedad que resulta de viejas tácticas imperialistas del siglo XIX que, después de sangrientas guerras mundiales y una larga guerra fría, resurge el peligro en otros bloques cada vez más encontrados entre sí. Cuidado de que los gritos y sombrerazos actuales no se conviertan en misiles, drones y masacres.
¿Y los emprendedores? A resultado de estas convulsiones estamos más confusos cada día, ya que vemos que las leyes del país y de nuestros vecinos son rotas con impunidad, que el nuevo Poder Judicial que nos viene encima tiene múltiples deficiencias y corruptelas. Que cualquier compra o venta interna o al exterior se puede ver afectada de la noche a la mañana con cargas tarifarias, amén de aumento de costos por fletes, tiempos de entrega y la violencia imperante en nuestros puertos, aduanas y carreteras. El panorama actual no es nada propicio y siguen creciendo los nubarrones.
¿Qué debemos hacer? Como empresarios lo primero que debemos ver es cómo proteger a los negocios de actos irracionales que afecten la operación en general, a los empleados y que la liquidez no esté en peligro. Cada peso ganado debe ser utilizado racionalmente con un análisis de flujo de efectivo más riguroso que nunca, previendo problemas, pero continuando nuestro trabajo. La necesidad de juntas constantes con nuestros ejecutivos, asesores especializados y el consejo de administración resultarán en políticas defensivas y plazos para revisarlas o para apretarnos más el cinturón. Lo básico es cuidar la salud general del negocio y se requieren acciones duras, pero indispensables. A pesar de lo que dicen las fuentes afines al gobierno, hay una reducción de las inversiones externas por temor a que haya una mayor disrupción del comercio exterior. Internamente la situación financiera del sector público es precaria, con focos rojos en Pemex, la CFE y medidas no presentadas hasta la fecha, para salvar la economía, sin adeudos ni inflación. Muy complicada.
No estoy augurando una catástrofe, pero sí muchas turbulencias internas y globales. Cuiden a su familia, el negocio hay que administrarlo conservadoramente y preserve su patrimonio personal ante futuras contingencias. Por favor, usen su razonamiento y sentido común y asesórense, planeando cada medida y sus consecuencias.
Salo Grabinsky