Transcripción:
Aún sigue preguntándose el apodado "Lobo" dónde andará o quién sería ese Pedro que lo impulsó y aconsejó, sin conocerse, ese primer día en que, entonces pasado de peso, cansado de ello, salió a sólo correr, desde su casa en el barrio de El Santuario hacia la carretera a El Troncón, en su natal Tixtla. "No conocía, simplemente salía como chivo loco, ¡sin saber nada!", dice el ahora atleta de ultrafondo, quien ha llegado a correr durante 28 horas, siendo el primer guerrerense en hacerlo, no sin caer desmayado y, por supuesto, no exento de sacrificios del deportista que, por carencias -en su caso desde estos últimos cinco años- ha trabajado en carnicería, de ayudante de plomero o electricista, ha mesereado o lavado loza, incluso dormido en la calle (a falta de dinero para hotel), o modificado alimentación con frijoles o lentejas, a falta de nutrientes del pescado o vitaminas, todo por irse a correr, ya sea dosificándose en competencias locales y estatales, o en campeonatos nacionales, como en Querétaro, donde radicó, llegó sin conocer a alguien, pero regresó debido a la crisis sanitaria por coronavirus, que implicó el parón de competencias pero paulatinamente volvió a correr en su tierra, Chilpancingo, Petaquillas o Mochitlán, ahora hermanando impulso, respaldo anímico y, si se puede, económico con Team Panteras del municipio de Huamuxtitlán. "Correr, sentirme cansado; llevar el cansancio, ponérmelo en mi espalda y seguir", es premisa del también vendedor de mezcal y de abarrotes en una tienda en casa familiar, quien él solo, autodidacta, se impuso rutina y buscó técnica de competencia. Competencias ganadas después, su camino deportivo, nada pavimentado, por ahora va "con un poco de charcos, nos enlodamos, nos limpiamos, lloramos, pero proseguimos (...) quiero llegar a lo más alto, quiero que mis paisanos vean que sí se puede"....algo parecido a lo que le dijo aquel misterioso Pedro, que buscó pero ya no volvió a ver más: "vas a llegar a las grandes ligas".
Pablo Israel Vázquez Sosa
Han sido cinco años meteóricos para el también conocido como Lobo, hablando de su trayectoria deportiva, "anteriormente no fue ni uno", sostiene quien, antes del 2018, no hacia algún tipo de activación física. Nada, "hasta 2018 empecé a agarrarle amor al deporte e inició el atletismo".
Me daba sueño nomás de decir "hacer ejercicio", mejor me quedaba dormido o en el sillón-, acepta este platicador joven, entrevistado por Vértice, Diario de Chilpancingo, en su casa familiar en el barrio, ahora denominado mágico, de El Santuario, en Tixtla, donde nació el 15 de diciembre del año 2000.
El gordito que salía a correr "como chivo loco"
"Hace cinco años inicié una transformación, ya no me sentía bien con mi ser, estaba un poquito pasadito de peso. Yo decidí cambiar", y así, una mañana, Emir Julián salió de casa rumbo a la carretera hacia la comunidad de El Troncón, simplemente a correr, pero algo ocurrió: "me encontré a un señor que se llama Pedro, fue el que me indujo a iniciar en el atletismo".
Se le pregunta por los apellidos de aquella persona de nombre Pedro y responde que no sabe porque, de hecho, aquella vez fue la única ocasión que lo vio, "él iba en su carro, me dice '¿Tú corres?', le digo 'Nooo, ¿No está viendo cómo estoy?', dice 'has perdido mucho tiempo de tu vida, traes los genes, vas a llegar a las grandes ligas. Corre, en tres meses me buscas, soy Pedro, tengo un equipo de atletismo en Chilpancingo'".
Hasta la fecha no lo he podido encontrar-, revela el joven, entonces emocionado, además porque aquel Pedro le dejó un número telefónico pero marcó en el celular y nunca, hasta la fecha, ha obtenido respuesta. Número inexistente o que se encuentra fuera del área de servicio.
A estas alturas, la verdad, ¿Quién crees que haya sido?
La verdad la vida es sorprendente, todo puede pasar; fue un aviso, el destino, la misma vida que quería que despertara y me diera cuenta que traía el don de correr.
Aquel 2018 Emir Julián era estudiante de la prepa 29 y trabajador en una carnicería de la ciudad, después, en una taquería. Sigue siendo el único en su familia en haberse adentrado a hacer ejercicio; dice que antes se lo han preguntado y responde lo mismo: no, de ningún lado paterno, con el oaxaqueño Dámaso Epitacio Luciano, ni el materno, con doña Inés Martínez Flores, de origen tlapaneco.
"Tengo que cambiar, ya estuvo bueno", sólo pensó aquella vez, reconociéndose como un gordito de vida sedentaria, tanto que su mamá, doña Inés, le decía al principio, en sus primeras salidas, "no te puedes ni amarrar las agujetas, ¿A ver agáchate?, déjate de cosas".
Recuerda el hoy atleta que pesada entre 75-80 kilos. Pants y playera que tuvo a la mano, unos tenis como cualquier otro par, recuerda que de 200 pesos y que le lastimaban, y Emir Julián se enfiló al tramo mencionado, "que es conocido como la carretera de los depósitos", fue cuando habló brevemente con el misterioso Pedro y "empezó más pasión en mí, dije 'voy a tomar la palabra que Pedro me dijo para que en el momento en que lo vuelva a encontrar vea que hice un bien con lo que me dijo'".
¿Qué sentías al principio, sintiéndote cansado, pero en libertad, cuando corrías?
Me sentía emocionado pero mi ser no me dejaba ser, me impedía, me decía "no sigas". El cuerpo me dolía, no tenía experiencia, tenía problemas de respiración, me agitaba muy rápido. Fue una transformación sorprendente.
Y es que pasaban 10 minutos y el gordito Emir Julián se dice popularmente- ya no la quería, "ya no quería más, con trabajo acababa unos 800 metros, nada más".
Estaba totalmente cerrado en ese ámbito, no conocía, no sabía, simplemente salía a correr como chivo loco, ¡sin saber nada!-, así que al darse cuenta que sería complicado, si no imposible, ubicar a aquel Pedro, dice que de iniciativa propia pensó en un plan de entrenamiento acorde a su complexión y con mejores aditamentos e insumo, incluso en Internet estudió técnica de atletas de talla mundial, interesándose en el estilo del etíope Selemon Barega, "empiezo a leer, empiezo a ver la técnica de carrera, la eficiencia de carrera, la técnica, el braceo, respiración, cuántos pasos das por minuto, la cadencia, frecuencia cardiaca. Cuando se desea hacer las cosas de corazón uno busca la manera de conseguir las cosas".
"El loco de Tixtla" en Querétaro
A los seis meses me voy a una carrera-, recuerda Lobo, que se inscribe para la Ruta del Mezcal en Mochitlán, organizada por Andy Alarcón; 16 kilómetros en montaña, obteniendo tercer lugar entre corredores más experimentados, "dije 'de aquí soy, voy a seguir entrenando y mejorando'".
Trabajando, ahorrando, siempre por su cuenta, es como Emir Julián se ha hecho de sus aditamentos, prendas y equipo especializados precisamente para mejorar sus marcas en atletismo; dice que llegó a madrugar para matar marranos en aquella carnicería y obtener un poco más de dinero, además de llegar en la tarde a empezarle pero en la taquería. Saliendo, en la noche, se iba a correr: 10, 11, 12 de la noche, "todos decían 'ahí va su hijo de doña Inés bien loco'".
Llegaba, por supuesto, muy cansado, muchas veces pensando en que ya no quería más, "dije 'me voy (de nuevo a correr)', no le daba tiempo a mi mente de quejarse".
¿En qué pensabas para volver a animarte?
En el amor que le tengo al atletismo, correr, sentirme cansado; llevar el cansancio, ponérmelo en mi espalda y seguir así.
Como quiso volar, llegaría la segunda competición pero en el estado de Querétaro, concretamente en Tequisquiapan, de hecho llegó a radicar allá en el 2019, "vi una carrera de 37 kilómetros cuatro meses antes, en esos meses participé en carreras en Chilpancingo, carreras locales de mi Tixtla, las cuales en algunas ganaba, en otras me reservaba".
Campeonato Trail 2020 se denominó aquella carrera queretana, "allá el nivel es grandísimo, nada que ver aquí. Aquí podemos ganar, no hay problema, pero salimos, ¡uh!, hay como veinte corredores en el mismo nivel".
¿Y por qué decidiste salir de Tixtla y llegar a Querétaro?
En ese entonces era el momento de Querétaro, colocado como Ciudad Deportiva. Quería llegar lo más grande posible, le dije a mi mamá "deseo y anhelo ganar un campeonato mundial".
Con corredores alumnos del medallista Germán Silva, entre competidores bien equipados y él con sus tenis rotos, Emir Julián pensaba "por eso estoy aquí, no tengo unos tenis como los tiene él y por eso le voy a ganar".
En el podio, regularmente en tercer lugar, incluso llegando en quinto, sexto puesto, Lobo no dejó de buscar competiciones sobre todo para 5 y 10 mil metros, que llama distancias cortas, a la par de ganarse la vida como ayudante de herrero, electricista y plomero, incluso de lava-loza y mesero en establecimientos de comida, ya dejando de estudiar porque su prioridad ha sido el deporte.
"A veces decía 'mejor medio como para poder comprar mi calzado', incluso a veces me quedaba a dormir en la calle porque no tenía para pagar hotel", y es que llegó a Querétaro sin conocer ni sus calles ni sus habitantes, "soy aventurero", presume el chavo, "me fui y dije 'Querétaro'".
Estás medio loco-, se le comenta y sonríe Emir Julián.
Lo he escuchado muy seguido.
Y ocurrió la crisis sanitaria por la pandemia, en el 2020. Iba progresando en tiempos, hasta en notoriedad ("el loco de Tixtla" le decían), ya tenía un primer lugar al ganar los 11 kilómetros en la laguna de Servín, se preparaba para otra etapa de un campeonato estatal, ganó además 10 kilómetros en el municipio de Pedro Escobedo, se preparaba para ir, en marzo, a San Luis Potosí, pero justo ese mes se canceló toda actividad pública en el país.
Sin competencias, sin trabajo y con ello sin medios siquiera para irla sobrellevando, Lobo regresa a Tixtla, en mayo del 2020.
Aquí había un poco más de actividad deportiva y se inscribe para una carrera en la comunidad de Ayotzinapa, pensando que sólo estaría "un rato" además visitando a la familia, pero desde entonces no se ha ido, "después siguió la carrera del Conalep, carreras locales, en Chilpancingo, distancias cortas, las tomaba como entrenamiento, a mí me gusta darlo todo fuera del estado".
Sabría además de agrupaciones de deportistas, así como quienes de manera particular, como él, entrenaban y competían; él, entrenando rumbo a los depósitos o al "cerro de las letras".
Llegaron las participaciones en carreras de San Agustín, del CMIC, de la Ruta del Mezcal, en la zona Centro.
"Mi presa es la meta, el primer lugar"
¿Qué es ultrafondo en atletismo, es decir, lo que ejerces?
Estoy especializado en carreras de 24 horas, soy primer guerrerense en correr más de 24 horas, de 100 kilómetros en adelante, pasadito de 100 millas. Puedo salir desde mi casa, del barrio de El Santuario, hasta Acapulco, sin problema. Para que pueda decir carrera de ultrafondo tengo que rebasar los 160 kilómetros, que sería empezar desde aquí hasta Tlapa. He hecho ese recorrido tanto en competiciones y en entrenamiento.
¿Cuál es el mayor tiempo que la has pasado corriendo?
28 horas, marcado, certificadamente en selectivo a campeonato mundial, en Villa del Carbón, Estado de México, organizada por el Circuito Nacional de Carreras de Montaña Sólo para Salvajes. Y con cuatro desmayos (ríe); he hecho caminatas de 24 horas, 30 horas, entrenamientos de 80, 100 kilómetros, es poco.
Actualmente, desde el pasado diciembre, entrena en coordinación con Andrés Gálvez, él de Huamuxtitlán, integrante del Team Panteras, junto a la también corredora Ibeth Guillermo Chávez y Motlaloa Sixto, una hermandad donde una premisa es "¿No tienes?, yo pongo", echándose apoyo económico cuando se requiera, pero también impulso moral y físico.
En instituciones de gobierno, ¿Ha habido apoyo o patrocinio a lo que haces?
Desafortunadamente, por el momento, no, me tienen en espera. Espero que llegue el momento en que miren hacia acá y puedan ver las cosas sorprendentes que vamos haciendo.
Ha habido quienes de corazón le han apoyado y menciona aquí a la actriz Ámbar Santos, "que por puro amor hacia el deporte ayuda sin nada a cambio".
Con miras a participar en otras 24 horas de ultrafondo en Aguascalientes, en diciembre.
Como te comentó Pedro, ¿Los genes son importantes para trascender en este tu deporte?
Si nos vamos en porcentaje, un 40 los genes y un 60 la disciplina y el amor que nosotros lo ponemos.
Generándose recursos vendiendo mezcal de Apango y atendiendo un tendajón aquí en su casa, en la calle Chimalpopoca, Lobo sigue gastándose rápido el calzado al tener que correr 130 kilómetros por semana, "por muy baratos están en 3 mil pesos, aparte la ropa, la alimentación, hidratación, sueros, geles, pastillas de sal, vitaminas; como no le alcanza lo tengo que cambiar por verduras, frutas; si toca pescado, meto frijol, arroz, lentejas".
No te alcanza para insumos, modificas alimentación, te desmayas, ¿Por qué le sigues en esto?
Por amor. No se importa de dónde se viene, sino hacia dónde se va. Hoy no tengo para comer pero si peleo mañana, puedo tener un platito digno qué comer. Si no gano, no como, eso es lo que me impulsa a ganar las carreras.
Mientras tanto, la máxima prioridad de Lobo, actualmente, es estar compitiendo en el extranjero, si se puede, en Estados Unidos o Europa, "quiero llegar a lo más alto, quiero que mis paisanos vean que sí se puede; ellos saben de dónde vengo, que no tenía ni para comer, que era un loco que iba en busca de algo imposible".
No creo que tan pavimentado, ¿Pero cómo va el camino para ello?
Con un poco de charcos, nos enlodamos, nos limpiamos, lloramos, pero proseguimos-, sostiene Lobo, apodado así porque dice- "mi presa es la meta, es el primer lugar".
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