Transcripción:
Número 466
CCA Teatro Casa de la Paz de la UAM se consolida como espacio de creación artística y reflexión universitaria
Raúl Mendoza Rosas señala que el teatro permite habitar el presente desde la mirada y el cuerpo
La obra Se nos quedaron ellos surge como respuesta sensible al contexto nacional: desapariciones forzadas, violencia sistemática y una creciente sensación de vacío social
Uno de los mayores retos de la creación escénica es precisamente construir un lenguaje propio; ya que "no se trata solo de emitir un mensaje, sino de crear una experiencia estética que conecte emocionalmente con quienes observan y participan", afirmó Raúl Mendoza Rosas, jefe del Departamento de Artes Escénicas del Centro Cultural y Académico (CCA) Teatro Casa de la Paz de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
"Nos interesa situar al espectador en ese instante único donde las luces, los cuerpos y el silencio confluyen para interpelar su propia humanidad", lo que se refleja en la pieza Se nos quedaron ellos, dirigida por el coreógrafo mexicano Francisco Córdova, que surge como respuesta sensible al contexto nacional: desapariciones forzadas, violencia sistemática y una creciente sensación de vacío social.
Durante el mes de julio, el CCA Teatro Casa de la Paz de la UAM se convirtió en epicentro de creación, reflexión y resistencia escénica con la Residencia Técnica del Centro de Producción de Danza Contemporánea (CEPRODAC). Este proyecto fue posible gracias a la colaboración entre la UAM y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).
En entrevista Mendoza Rosas apuntó que el propósito es brindar a compañías artísticas espacios profesionales para el perfeccionamiento técnico de sus montajes, consolidando al recinto universitario como un nodo activo de diálogo cultural entre academia y arte.
Desde una apuesta estética profundamente física y sensorial, la obra se construye a través de la improvisación y la exigencia corporal, elementos que, combinados con iluminación estratégica, sonido envolvente, silencios provocativos y juegos de sombras, generan una atmósfera capaz de abstraer al espectador de su cotidianidad y sumergirlo en un universo simbólico de dolor compartido y memoria activa.
Compartió que el programa de Residencia Técnica responde a una demanda largamente postergada por la comunidad artística: la necesidad de contar con espacios de creación dignos, con tiempo suficiente y condiciones técnicas adecuadas para que las obras maduren y desarrollen su lenguaje propio.
La pieza central de esta residencia, Se nos quedaron ellos, no busca únicamente relatar una historia: se construye como un lenguaje escénico autónomo, un sistema poético en el que el cuerpo, la luz, el sonido y el silencio articulan una narrativa abstracta que interroga al espectador desde lo emocional.
El montaje, inspirado en el fenómeno de la desaparición forzada y la violencia social en México, emplea la presencia física de los intérpretes y la manipulación lumínica para generar una experiencia sensorial de introspección. "La luz en el ojo del espectador no solo guía la mirada, sino que puede provocar reacciones musculares. Las sombras, los silencios y los vacíos físicos en escena invitan a reflexionar desde lo más íntimo", explicó Mendoza Rosas.
Precisó que el trabajo de Córdova es profundamente físico, exigente y riguroso, pues lleva al cuerpo del intérprete al límite, combinando estructuras de improvisación con secuencias que exploran la fragilidad humana; "este enfoque permite que el discurso escénico no se limite a representar la violencia, sino que la transforme en arte, en pregunta abierta, en posibilidad de reconfiguración".
La dignidad frente al vacío
El contenido emocional del montaje tiene raíces personales, ya que el coreógrafo y varios miembros del equipo han experimentado pérdidas dentro de la comunidad dancística.
"Esa experiencia íntima convirtió el proceso de creación en un acto de duelo colectivo, donde el arte se torna ceremonia; yo veo a un amigo todo el tiempo en la obra; alguien con quien compartimos escenario, vida y creación. Ya no está, pero sigue presente en cada paso, cada silencio, cada luz", relató con emoción.
La pieza no busca retratar el dolor en forma explícita ni revictimizar las ausencias; al contrario, se construye con ética: se cuida la dignidad de quienes ya no están, evitando el uso banal de la tragedia ajena.
"Esta sensibilidad artística responde a un contexto escénico saturado durante años por discursos de violencia que terminaron agotando a los públicos. Hoy creemos que el arte puede ser transformador sin repetir lo que ya nos duele todos los días. Queremos abrir espacios de reflexión, no de reproducción del trauma", puntualizó.
En esa perspectiva, Se nos quedaron ellos se convierte en un acto de resistencia: el escenario como espacio donde la ausencia se nombra, se honra y se convierte en fuerza creadora, ya que la obra no ofrece respuestas absolutas; propone preguntas, emociones compartidas, memoria viva.
El programa de Residencia Técnica permite a los artistas disponer de tiempo y equipo para desarrollar sus obras en condiciones óptimas y por esa razón El Teatro Casa de la Paz ofreció infraestructura, asesoría técnica y acompañamiento artístico a CEPRODAC, permitiendo que la pieza alcanzara su madurez escénica antes de ser presentada en el Palacio de Bellas Artes.
En total, más de 30 personas participaron activamente en el proyecto: bailarines de planta del INBAL, técnicos, académicos, la maestra Cecilia Lugo, quien fue clave en la articulación institucional, y el equipo escénico del CCA Teatro Casa de la Paz.
"Esta sinergia representa un modelo que podría replicarse en otros espacios culturales del país, especialmente en regiones donde los recintos artísticos han sido desmantelados o abandonados, como es el caso reciente del Centro de las Artes en Tamaulipas", compartió.
El CCA Teatro Casa de la Paz no solo respalda la creación artística: se posiciona como un espacio académico interdisciplinario que fomenta el cruce entre arte, pensamiento crítico e investigación; "no queremos que el teatro sea solo un foro, buscamos que sea un centro de pensamiento, donde los saberes se encuentren y generen transformaciones".
Danza en tiempo real; el presente cobra sentido
En un mundo donde las pantallas median gran parte de nuestras experiencias, el teatro conserva una cualidad insustituible: convoca cuerpos reales en tiempo real. Esa interacción directa, donde el espectador comparte aire, mirada y silencio con los intérpretes, convierte al escenario en un lugar de encuentro profundo, reflexionó.
"La responsabilidad del arte escénico está en ser espejo, en ayudarnos a vernos, reconocernos y pensar desde el presente, que a veces es lo más difícil", resaltó Mendoza Rosas.
Se nos quedaron ellos no solo es un montaje dancístico de alto nivel técnico; es una declaración política, que va más allá de la política, atañe a todo ser humano; es una elegía convertida en movimiento, un llamado a mantener la memoria viva y construir nuevos lenguajes frente a la ausencia.
En medio del dolor, la danza se alza como acto de vida, como posibilidad de transformación y como testimonio de que, aun en tiempos oscuros, el arte puede iluminar el camino.