Más allá del adiós: Dionicio Morales y la palabra en resistencia (II)


Resumen:

"Nada permanece sino lo que el alma escribe."

Transcripción:

"Nada permanece sino lo que el alma escribe."

Carlos Pellicer (1981)

Fue la amistad con Mario Bojórquez poeta del Noroeste, riguroso en el verbo y generoso en su amistad lo que llevó a Dionicio a Tijuana en varias ocasiones. Llegaba como llegan los poetas verdaderos, sin estruendo, pero dejando una vibración imantada de amistad en el aire. Ofreció talleres, compartió sus libros, se sentó a conversar sin prisa, como si la poesía también hablara en los silencios largos entre sorbo y sorbo de café. Y en ese ir y venir, entre versos, caminatas, y complicidades tejidas en lo cotidiano, la amistad se fue afirmando. Se volvió más que un afecto, una manera de acompañar el oficio, de sostenerse en la palabra del otro. Con Dionicio, la amistad era también un acto poético, no requería solemnidad, bastaba con estar, decir, escuchar, y saber que en algún lugar, aún sin hablar, uno estaba siendo leído por el otro.

Compartimos algunas veladas en mi taller, donde la noche parecía ensancharse entre palabras, silencios y vasos medio llenos. Allí, en la penumbra amable de la conversación, coincidimos con amigos entrañables, como el pintor Ernesto Muñoz Acosta y el poeta Abigael Bohórquez, ambos sonorenses, aunque cada uno con su propio exilio a cuestas: Ernesto instalado en Ensenada, Abigael apenas de paso, errante como su voz. En uno de esos encuentros bajo los efectos sinceros del alcohol y la complicidad Abigael leyó, con su tono inconfundible, un fragmento de Poesida, elegía de una fuerza punzante y de hondo aliento reivindicativo, que algunos años más tarde, en 1994, Mario Bojórquez publicaría desde el Centro Cultural Tijuana, en una edición ilustrada con viñetas de Muñoz Acosta, mías y de otros artistas. En ese mismo ánimo de entrega y búsqueda, Dionicio compartía algunas líneas de un proyecto en curso que se convertiría en Dádivas (1995), poemario que también vería la luz gracias a Mario, en una edición artesanal de gran belleza, un verdadero libro-objeto publicado en Mexicali, donde el cuidado por la forma era una extensión natural del contenido.

Dos libros nacidos en territorios distintos de la sensibilidad, pero ambos convergieron como obras esenciales dentro del trayecto de sus autores. Poesida y Dádivas terminaron siendo las piezas más reconocidas de Bohórquez y Morales, respectivamente. Y aunque la anécdota pudiera parecer menor una noche cualquiera entre artistas, una lectura compartida, un poema aún inédito fue, sin duda, un momento de enlace, un cruce de caminos donde dos voces se tocaron, se escucharon, y sellaron, sin saberlo, la memoria futura de sus obras. A veces, lo que parece incidental contiene ya la semilla de lo inevitable.

En el año 2000, Dionicio Morales volvería a tender ese lazo, esta vez desde la tarea crítica y editorial, al preparar y prologar la antología Las amarras terrestres. Antología poética (1957-1995), dedicada a la obra de Abigael Bohórquez y publicada por la Universidad Autónoma Metropolitana. Se ha dicho y seguramente con razón que a partir de esa edición, la poesía de Bohórquez comenzó a leerse con un fervor renovado, hasta ocupar el sitio que le correspondía como una de las voces fundamentales de la lírica mexicana del siglo XX. Fue Dionicio (Mario, también lo hizo) quienes, con mirada generosa y oído afinado, supieron reconocer el resplandor oculto en esos versos, y ofrecérselos al lector como quien devuelve una deuda con la historia de la palabra.

SEMBLANZA DEL AUTOR:

robertorosiqu@gmail.com

Formado profesionalmente en el campo multidisciplinar como médico general, con especialidad en pediatría y subespecialidad en oftalmología pediátrica, es a su vez maestro en Docencia y doctor en pedagogía crítica. Artista plástico-visual, docente, investigador y productor de arte, entre sus últimas publicaciones se encuentran: (2025). Entre réplicas, condescendencias y. El arte en Tijuana y su devenir. Editorial UABC: México; (2019). Salvador Magaña, En el juego de las formas, de la tradición a la síntesis, FORCA: CDMX; (2017). Los 70. Un período fundamental en la plástica de Tijuana. Tirant Lo Blanch / UABC: México; (2016).