Bajo Sospecha // La criminalización de vapeadores


Resumen:

LA CRIMINALIZACIÓN DE VAPEADORES

Transcripción:

LA CRIMINALIZACIÓN DE VAPEADORES

Hoy en México, quien compre, venda o utilice un cigarro electrónico o vapeador podría ser condenado igual que un narcotraficante que trafica con fentanilo.

Desde el año pasado, el Gobierno federal publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el decreto por el que se adicionó un párrafo quinto al artículo 4 y un párrafo segundo al artículo 5 de la Constitución en materia de salud.

"Se sancionará toda actividad relacionada con cigarrillos electrónicos, vapeadores y demás sistemas o dispositivos análogos que señale la ley; así como la producción, distribución y enajenación de sustancias tóxicas, precursores químicos, el uso ilícito del fentanilo y demás drogas sintéticas no autorizadas", dice.

Las sanciones estipuladas en la ley incluyen multas de hasta 180 mil pesos y cárcel.

Mientras el Gobierno argumentó que se trataba de un esfuerzo por proteger a la población de los riesgos asociados con el uso de estos dispositivos, cuando se aprobó la ley, expertos advirtieron que esta prohibición podría abrir la puerta a un creciente negocio controlado por el crimen organizado, y no se equivocaron; hoy son los grupos criminales los que venden estos productos en nuestro país.

Pero hay una diferencia enorme entre una empresa especializada en la fabricación de estos productos, como lo es Philip Morris, que debe pasar unos controles de calidad muy estrictos, que verifican desde las pilas hasta el tabaco que se utiliza, mientras que en el mercado negro el consumidor no sabe qué está metiendo a su cuerpo.

Y es que estos productos no se han dejado de vender tras la prohibición; hoy, los productos que se venden son piratas y se encuentran en cualquier lado, pero esos vapeadores y cigarros que encuentran los consumidores en México los distribuye el crimen organizado, y no se tiene control alguno sobre las sustancias que contienen. Es más, ni siquiera la calidad de la pila es confiable, lo que puede ser muy riesgoso porque pueden explotar.

Pero, además de que a raíz de esta ley se le regaló al crimen organizado un negocio millonario, hoy esos distribuidores están generando mucha violencia. Se estima que, en el mercado negro, la venta de vapeadores ronda los 40 mil millones de pesos, y, además, con las leyes prohibicionistas, los empresarios legales, quienes están sobre todo en otros países sometidos a estrictas verificaciones de control, quedaron fuera. Hoy, a esos productos les pueden meter droga o aceites que son los que mayor daño les hacen a los pulmones, o incluso fentanilo, y como no están regulados, la gente que los consume no sabe ni siquiera qué le están dando.

Y es que, sin control de los vapeadores, lo que sucede es que el crimen organizado los puede rellenar con cualquier sustancia que quiera.

En 2023 se dieron a conocer imágenes de cómo el crimen organizado ya controlaba la venta de vapeadores y, en algunos casos, los estaban cargando con fentanilo y otras drogas.

Los reportes indicaban que el Cártel de Sinaloa ya controlaba el mercado, y que quienes eran vistos vendiendo productos de vapeo sin el consentimiento de este grupo criminal recibían castigos físicos, como los llamados "tablazos".

Pero los grupos criminales se están peleando este mercado; por ejemplo, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) busca el control de la plaza. Se han reportado incendios de al menos cuatro locales dedicados a la venta de vapeadores y cigarrillos electrónicos.

Esta violencia por el control del mercado ilegal de vapeadores y cigarros electrónicos ha llegado a otros países donde las leyes los prohíben, como Australia, donde, por cierto, muchos de los productos ilegales que hay en esa nación son manejados por los cárteles de la droga mexicanos.

Australia vive una guerra encarnizada protagonizada por grupos del crimen organizado que buscan controlar la venta ilegal de cigarros, vapeadores y cigarrillos electrónicos en comercios legalmente establecidos.

El más reciente ataque ocurrió el pasado martes, al noreste de Melbourne, la capital australiana, donde tres automóviles fueron incendiados sin que se reportaran heridos o fallecidos.

Como si fueran escenas de los grupos que se disputan la plaza en México, varios comercios de Australia han sido dañados desde 2023 y, según los reportes, desde esa fecha hasta hoy suman más de 300 casos, que incluyen coches y comercios incendiados y mensajes de advertencia para quienes no quieren cooperar con las bandas criminales locales.

Vassilis Gkatzelis, presidente en Asia Oriental y Australia de Philip Morris, me dijo: "Creo que Australia es un ejemplo muy claro de lo que puede salir mal cuando no hay acceso regulado a alternativas sin humo. En realidad, en Australia los cigarrillos están ampliamente disponibles, pero los productos sin humo, como los cigarrillos electrónicos, tienen fuertes restricciones.

"De hecho, tienes que ir a una farmacia y, en algunos casos, necesitas una receta para obtenerlos. Así que hay una gran demanda por alternativas sin humo, y lo que está pasando es que la gente acude al mercado ilícito para conseguirlos. Hay vaporizadores ilegales que se venden por todas partes. Esto es realmente malo, no sólo para los fumadores adultos que están obteniendo productos de calidad dudosa, también es malo para los negocios que están siendo perjudicados".

Pero también ha aumentado la violencia, una que antes no se veía en Australia. Esto me lo cuenta Gkatzelis: "Estos ataques han incrementado debido a las estrictas reglas que existen en ese país para la venta de cigarros y vapeadores; estos últimos sólo se pueden obtener en algunas farmacias y únicamente con receta médica; incluso, los envases de estos productos, fuertemente controlados, tienen un diseño simple; sus sabores se limitan a tabaco mentol y menta".

Y es que el Cártel de Sinaloa es la principal organización trasnacional que busca apoderarse de ese mercado en Australia y lo hace a través de vínculos que establece con mafias en Melbourne, Sídney y Brisbane, donde además existe una demanda de drogas como metanfetamina, cocaína y más recientemente fentanilo.

Hoy se estima que casi dos millones de consumidores australianos buscan estos productos en el mercado negro debido a la prohibición.

La mayoría de los vapeadores y productos similares provienen principalmente de China y Medio Oriente, sin la certeza de la calidad, por lo que operan sin control sanitario, ni la debida regulación.

A pesar de las restricciones, en Australia la demanda por vapeadores aumentó entre 2019 y 2023, al pasar de 2.4 por ciento en adolescentes mayores de 14 años a un 7 por ciento, según cifras del Gobierno. El 20 por ciento de la población mayor de 14 años ha probado un "vape" en su vida.

Vassilis Gkatzelis me explica: "Lo que te puedo decir es que Australia es un caso muy particular. Tienen como país vecino a Nueva Zelanda, que ha adoptado un enfoque completamente diferente. A diferencia de Australia, y con necesidades de consumo muy similares, el Gobierno de Nueva Zelanda ha adoptado un enfoque de reducción de daños. Han regulado los productos sin humo como productos de consumo y han, incluso, alentado a los fumadores adultos que no pueden o quieren dejar de fumar a cambiar a mejores alternativas. Y Nueva Zelanda se está acercando a su meta de estar libre de humo.

"Han logrado una reducción del doble en la tasa de fumadores en comparación con Australia. Así que están teniendo resultados mucho mejores y no tienen el mercado ilícito ni la mafia que se está viendo en Australia".

Hay que evaluar bien cuando se hacen las leyes; algunas pueden ser contraproducentes.

UN HOMBRE fuma un vapeador en una protesta contra su prohibición, en marzo de 2024.

BIBIANA BELSASSO