La Columna del Diablito


Resumen:

UNA, DOS Y... ¡TRES! ¡COMENZAMOS!

Transcripción:

UNA, DOS Y... ¡TRES! ¡COMENZAMOS!

¿Y LAS MAQUINITAS?..

El problema que ocasionan las máqui­nas tragamonedas en Aguascalientes es grave y está afectando a la niñez y juventud, pues los alejan del estudio y los convierten en ludópatas a temprana edad, como está comprobado.

Sin embargo, aquí en Aguascalientes ninguna autoridad lo ve así: los comer­ciantes dicen que tienen permiso del municipio, el municipio se lava las ma­nos y le endosa el problema al estado, quien a la vez le pasa la pelotita a poli­cía federal, quien la batea a la Guardia Nacional y ésta al Ejército Mexicano, quien duerme el sueño de los justos.

"¿De qué chingaos se trata entonces... de agarrar a esta caterva de cómplices e ineptos transas y colgarlos de los huevos", como dijera coloquialmente la senadora panista María de Jesús Díaz Marmolejo "La Chuya", o qué purrún?

La Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, ya instruyó al Gabinete de Seguridad de no permitir la instalación de esas 'maquinitas' en tiendas y tendajones, que para eso hay casinos y casas de apuestas, pero en "Agüitas" a las autoridades les vale una pura y real chingada.

En Michoacán ya tomaron cartas en el asunto y, sin decir "agua va", policías de los tres niveles de gobierno: munici­pal, estatal y federal, además de la Se­dena y la Guardia Nacional, se pusieron de acuerdo, arribaron a Apatzingán y arriaron con 214 máquinas tragamone­das, que la raza de bronce de aquella calurosa tierra aplaudió a rabiar, pues la razilla chiquilla volverá a pegarle duro al estudio.

SE METIERON EN LAS ENTRAÑAS DEL NARCO...

Pero no crea el lector que el apatzin­gazo fue un garbazo de a libra, no, las órdenes de la Dra. Sheinbaum no se discuten, se cumplen, como también sucedió ... ¡en la entrañas del narco, sí señor, en el meritito Badiraguato, don­de decomisaron 5 maquinitas, luego se fueron a Rosario y decomisaron 12 y finalmente en Mazatlán recogieron 15; aquí sí intervino hasta la Marina "por si las de hule", pues el narco por allá está grueso, más sin embargo le tuvieron que atorar.

¿Qué pasa en Aguascalientes que ni la policía municipal, estatal, la Fiscalía, la tecolotiza federal, la Guardia Nacional y el Ejército no le entran al decomiso de esas maquinitas?

¿Les tiemblan las corvas y se les frun­ce el asterisco... o el billete es verde y de alta denominación?, pregunto.

A ver Manuel Alonso García, fiscal general de Justicia; Antonio Martínez Romo "Poncharello", secretario de Seguridad Pública Estatal; Gonzalo Pérez Zúñiga, secretario de Seguridad Pública Municipal; Maribel Chávez Arriaga, delegada de la FGR; Homero Edmundo Blanco Lozada, coordi­nador estatal de la Guardia Nacional y José Francisco Moreno Barrera, comandante de la 14a Zona Militar, ¿quién de ustedes o en conjunto le en­tran al decomiso de las maquinitas traga monedas que tanto daño están haciendo a la niñez y juventud aguascalentense?

CADÁVER VIVIENTE...

Cuando al "Padre del Fobaproa", Ernesto "Zerdillo" Ponce de León, "fina persona por banqueros aclamado y el pueblo repudiado, se le daba por muerto, reapareció en México para echar pestes contra los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Claudia Sheinbaum Par­do, porque, según el "Zerdillo", vivi­mos en una dictadura.

Pero, ¿quién es Ernesto "Zerdillo" Ponce de León?, un político gris y me­diocre, al que la "diosa fortuna" instaló en la Presidencia de México, porque era al único priísta que no tenía cargo alguno cuando el asesinato de Luis Donaldo Colosio y fue nombrado por el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, candidato sustituto a la Pre­sidencia de México que, mañosamente ganó, con el descarado apoyo de Diego Fernández de Cevallos, triunfador del debate entre él, Cuauhtémoc Cárde­nas y el propio "Zerdillo": a éstos dos, el hombre del puro les puso tremenda revolcada, pues el barbón tiene mucho verbo.

Ya en el poder, "Zerdillo" se "legi­timó" persiguiendo a Carlos Salinas de Gortari quien para frenar su inmi­nente detención huyó a Monterrey en donde pidió posada en la casa de una militante priísta, ahí se atrincheró, se declaró perseguido político y se puso en huelga de hambre.

Fue tal el escándalo que "Zerdillo" desistió detenerlo y Carlos Salinas, desde entonces, vive como judío erran­te; quien no corrió con suerte fue su her­mano Raúl, al que "Zerdillo" sí metió a la cárcel por varios años.

Con "Zerdillo" en el poder, se vino una devaluación tremenda que puso al país en bancarrota y a los banqueros al punto del suicidio, por lo que se vio obligado a pedir a Estados Unidos un empréstito de 40 mil millones de dólares, fortuna que sirvió para crear el Fobaproa (Fondo Bancario de Pro­tección al Ahorro), rescatar a los ban­queros y "democratizar" el país: "Le entregas la Presidencia al PAN y varias gubernaturas". 'SÍ MI AMO, ASÍ SE HARÁ', y comenzó el PRI a entregar gubernaturas.

Aguascalientes fue uno de los prime­ros abonos: en 1998 eran las elecciones para suceder a Otto Granados Roldán "El Niño Sabio del Campestre"; por el PRI competía un viejo lobo del mar: Héctor Hugo Olivares Ventura, hijo del connotado y bien querido profesor Enrique Olivares Santana, el mejor político que ha dado esta tierra.

Todo Aguascalientes se volcó a favor de Héctor Hugo Olivares, "voy Héc­tor Hugo, pago pesos a tostones" (doy tronchado, pues), y era el gran favorito, contra un "priísta renegado, pero con credencial", que no era otro que el tran­sa, pero persignado abarrotero, Felipe González González; nadie daba un peso por Felipe, "nadie, ni mi madre", reconocería el propio González.

Pero... poco a poco Héctor Hugo fue "aflojando el cuerpo" luego de la orden salida de Los Pinos: "Aguascalientes, para el PAN", fue la orden firmada por "Zerdillo", pues "Aguitas" estaba en la polla del Fobaproa y, como la espuma, la campaña del "priísta renegado y con credencial", fue subiendo en la prensa, radio y televisión, al tiempo que Héctor Hugo perdía interés por la campaña: "¿cómo decirle 'no' al presidente de la República?", era como "ofender el eterno", así fue como el PAN, con un candidato que ni siquiera estaba afiliado al partido y con evidente tufo priísta, llegó por primera ocasión a la ansiada gubernatura.

Pero esto fue una "minucia", faltaba la joya de la corona: la Presidencia de la República que "Zerdillo" entregó en charola de oro a cambio del millonario préstamo en dólares que le otorgó Esta­dos Unidos.

ASÍ SE ESCRIBIÓ LA HISTORIA...

Página 24, publicó aquel lunes 3 de julio del año 2000: Labastida Acepta la Derrota y Dice que el PRI Seguirá:

Labastida, Anfitrión de una Fiesta que Nunca Inició

Llorosos, los Priístas Aceptaron su Derrota; seguimos Vivos, Dicen

* Reconocen que la tarea inmediata es tejer alianzas políticas

* Con los ojos nublados por el llanto, Francisco Labastida y el PRI lan­zaron desde la oposición su grito de guerra. Derrotados pero no acabados. No escriban epitafios, parecía decirle el candidato a esa aristocracia partidista que compartía sus lágrimas. Pero por lo bajo, un viejo priísta, ahí mismo anun­ciaba, apenas a unos metros de los res­coldos gimientes: "Vamos a endurecer la línea interna para correr a esos tec­nócratas que se acabaron al partido''.

Labastida se dirigía en esos momen­tos a esa militancia priísta tan vilipen­diada, todavía anoche, cuando se le trajo a una fiesta que nunca inició, pero con todo y eso, lloraba con la militancia y no depuso su lealtad. La tarea inme­diata, anunciaban los más pragmáticos y asimilados en la derrota, está en tejer de inmediato las alianzas con otras fuerzas políticas "para cuidar al país de lo que viene''.

Ayer se escribió el adiós del PRI en la Presidencia de la República. El hartazgo se volvió voto y decidió. Se acabó su poder. Terminó la presencia que parecía eterna de una fuerza políti­ca que hizo creer a varias generaciones de mexicanos que no había de otra, que el destino manifiesto del país era estar siempre bajo su égida, bajo su control. Perdió el PRI.

En el auditorio Plutarco Elías Calles, Francisco Labastida, flanqueado por dos mujeres, su esposa Teresa Uriarte y la dirigente del tricolor, Dulce María Sauri, lució un rostro enrojecido y una voz que no se quebró incluso cuando le regalaron un largo aplauso y repetidos ¡Labastida!, ¡Labastida! Abajo, en las primeras filas, descompuesto, Carlos Almada, el que nunca anticipó víspe­ras, certificaba con su presencia que ya todo era irreversible.

Otros, los cercanos culpables del equipo de campaña, lucían caras de funeral. Acaso sólo mantenía alguna presencia de ánimo Emilio Gamboa, pero Esteban Moctezuma, Marcos Bucio y Guillermo Ruiz de Teresa asistían al homenaje de cuerpo presente de un féretro que ellos mismos ayuda­ron a cargar.

LOS ESTOICOS...

Y en las primeras filas, al rostro siempre duro de Manuel Bartlett lo traicionaba la emoción, no acertaba a comentar, a decir algo.

Estoicos, seguían las palabras del can­didato, Mariano Palacios Alcocer, Ro­gelio Montemayor, Jorge de la Vega, Alfredo del Mazo, Jesús Murillo Karam, Rafael Rodríguez Barrera, María de los Angeles Moreno (que al final, cuando ya se iba Labastida inició el primer Himno Nacional que entona el PRI fuera del poder presidencial).

Y en la mesa central que se colocó al frente, tres líderes que ayer sí fueron rebasados, que pensarán mucho lo que harán ahora (incluida una huelga nacio­nal), rendían cuentas mentales: Heladio Ramírez, Leonardo Rodríguez Alcai­ne y Elba Esther Gordillo.

Sobrarán las explicaciones. Pero al PRI le ganó por fin, ahora sí, su sober­bia, su prepotencia. Hoy lunes desperta­rá sin saber qué hacer, cómo vivir fuera del presupuesto, de los cargos guberna­mentales, de la administración federal, de la vida sin el poder.

Porque es eso y no otra cosa. El Revo­lucionario Institucional perdió el poder. Lo perdió Ernesto Zedillo y ya no lo llegará a tener Francisco Labastida.

El todavía presidente no pudo persua­dir, convencer, hacer entender, porque nunca ocurrió realmente, que el suyo fue un gobierno que dio "bienestar para tu familia'', mientras que al sinaloense le tocará estrenar y entregar el nuevo siglo a su partido en la derrota, en la oposición. Sobre todo, en la nueva cer­teza de que no era invencible.

LOS MARIACHIS CALLARON...

Se pone fin al régimen de partido de Estado, y bueno, ese honor alguno habría que darle le corresponde a La­bastida.

Al candidato que nunca logró conven­cer incluso ni a sus más cercanos, aqué­llos que cuando se les inquiría sobre sus virtudes, hacían lucir, en todo caso, sus prendas de serenidad (Zedillo dixit), su entrega a la amistad. En todo caso, y puestos en espléndidos, ponderaban su firmeza y buenas intenciones. Pero no más.

Los mariachis callaron. Pero así, del mismo tamaño fue el silencio que reinó todo el día en la sede nacional del PRI, donde salvo en algún momento, por ahí de las 14 horas, algunas caras volvieron a su color, cuando las tendencias empe­zaban a enderezárseles.

Pero hasta eso está en duda, porque prácticamente siempre lo supieron. A lo largo del día, en el edificio principal fortificado y de acceso restringido, las cifras, los datos, las tendencias, fueron llegando contundentes. Desde el inicio de la jornada electoral casi nunca tu­vieron lugar para el optimismo o para el júbilo.

De ese lento transcurrir de las horas, de cómo se vivían en la sede nacional del PRI al que Labastida había lle­gado antes del mediodía y cómo fue enterándose el "aparato'', el "sistema'', el "invencible'', el que gobierna este país hace 71 años, que se le acabó, que lo echaron del gobierno, de la Presiden­cia de la República, es algo que hasta se pagaría por saber.

NADIE DABA LA CARA...

Y es que ayer en el PRI nadie salía sonriente, porque tampoco nadie daba la cara. Nadie, claro, de aquellos del cercano equipo labastidista que todavía por la mañana, en la apertura de las casi­llas, se llenaban la boca con su fatuidad y con una confianza férrea en la efecti­vidad de sus métodos. Y por supuesto, algo se intuía, se respiraba en el aire.

"Aquí algo pasa'', comentaban con más certeza que incertidumbre los re­porteros que aguardaban frente a las escalinatas del búnker y sólo de vez en cuando veían salir, sin ningún ánimo festivo, a pocos, pero eso sí, los priístas de siempre, Eliseo Mendoza Berrueto, Máximo Carvajal, etcétera.

"Y es que, míralos, son las 7:15 y ni siquiera un puto rumor!", decía la enviada de una agencia noticiosa. Para esa hora, también, ni asomo del café que se había ofrecido tendría Labastida con un grupo de cronistas y más tarde, Héctor Gandini, del equipo de prensa, emitía un inaudible ¡bien!, cuando se le inquiría cómo les pintaban las cosas, y justificaba el hermetismo de su candi­dato diciendo que había tenido una muy larga charla con el expresidente y obser­vador electoral James Carter.

(Claro, a la luz de lo que ya en punto de las 20 horas se confirmó sonada de­rrota, es de entenderse que ciertamente esa conversación ocurrió y en qué tér­minos).

Y al estacionamiento, habilitado desde muy temprano con potentes bocinas, templetes, luces, el escenario pues, donde sería la fiesta del triunfo, empe­zaron a llegar algunas docenas de esos militantes a los que siempre recurrió el tricolor, a los que siempre también, ninguneó en sus mítines y luego en sus tareas de gobierno, y en los que sin em­bargo, una vez más confiaba para repetir el triunfo.

Los ferrocarrileros, algunos vendedo­res ambulantes, sus líderes con matra­cas y sordinas, fueron acomodándose para poner de nuevo -y como quizá lo hicieron sus padres y se habían resig­nado a que lo continuaran sus hijos- la dosis de popularidad suficiente para legitimar.

Minutos después de las 18 horas, unas nubes negras cubrieron el cielo y un aire fuerte hizo agitar el inmenso retrato de Francisco Labastida que pende sobre la pared norte del edificio nacional del PRI. Alguien lo tomó como presagio. Y se cumplió.

¿Qué pasó? Se preguntaba por lo bajo a esos célebres nombres del PRI que ahora tendrán que buscar, como oposi­ción, esas alianzas. Y entre las primeros diagnósticos, expresaron que el PRI nunca logró remontar en otros estados, el gran hueco que de antemano, y lo decían todas las encuestas, tendría en el Distrito Federal.

"Sabíamos que aquí perderíamos unos 500 o 600 mil votos, y nunca se pudo hacer lo suficiente para cubrirlos en otros estados'', comentaban.

Pero en el sentimiento de aquel que parece crecido ante la derrota, surgían de inmediato las acciones a tomar. Per­dido al parecer también el Congreso, el PRI se prepara para hacer alianza con otras fuerzas ahora de oposición como él "para evitar que el país caiga en la incertidumbre que hoy se advierte ya''.

DE CUANDO TODO ERA ALEGRÍA...

Por la mañana ya en la noche no que­daría ni sombra, Guillermo Jiménez Morales, con una extensa trayectoria pública que incluye haber pasado la prueba de las urnas en su natal Puebla, donde fue gobernador, se movía afa­noso y por telefonía celular reportaba incesante a Marcos Bucio, el vocero de Francisco Labastida, los pormenores del avance de la jornada en la sección electoral 4942, ubicada a tres cuadras de Lomas Virreyes, donde está el domi­cilio del candidato del PRI.

Le reportaba que con alrededor de 80 sufragantes habían pasado ya por las urnas instaladas en la Escuela Centro de Jardinería de la ciudad de México, y era por tanto un buen momento ya, para que el candidato tricolor y su esposa Teresa Uriarte se apersonaran en el lugar.

La pareja había reportado a los ávidos de cualquier detalle en ese momento, que desayunaron huevos, frijoles y nopales, y que antes de acudir a votar habían charlando -dijo ella- sobre "in­trascendencias''.

Para entonces, el centenar de repor­teros, camarógrafos, fotógrafos y los encargados de las tres unidades móviles dispuestas en torno a la casilla, habían "matado'' el tiempo desde las 8 horas, viendo cómo madrugadoras señoras nice de Las Lomas, ataviadas con el coordinado informal dominical y cívi­co, acudían a votar. Llegaban también no pocas trabajadoras domésticas en uniforme de servicio, y algunos más que viven y atienden los changarros de la exclusiva zona residencial.

Así, después de las 10:30 de la ma­ñana, y con la bien calculada aparición a bordo de una camioneta color arena 4×4 que él mismo manejaba, Francisco Labastida arribó al lugar donde entre semana se dan clases de jardinería y arreglos florales. Aquello fue declara­ciones triunfales. Nada parecía nublar un panorama que 12 horas después ha­bía cambiado radicalmente.

Todavía llorosos, esos priístas que acataron la convocatoria para celebrar lo que nunca llegó, se fueron maldi­ciendo y jurando que su partido sigue vivo, pero que ante todo debe renunciar el Comité Ejecutivo Nacional en pleno. Refundarse, pues.

Eso dijeron cuando todavía no saben cómo amanecerán hoy.

Y CON ESTA ME DESPIDO...

Ernesto "Zerdillo" ha sido uno de los presidentes más grises y nocivos que ha tenido México, incluso se habló de que familiares de su esposa tenía nexos con el narco: privatizó Ferrocarriles Nacio­nales de México, Aeropuertos y Servi­cios Auxiliares y Nafinsa, entre otras.

Y en enero de 1995 "Zerdillo" separó de sus cargos a los 26 ministros, jubi­lándolos a todos para imponer un Poder Judicial ad hoc, pero hoy dice que "las reformas al Poder Judicial son para im­poner una dictadura".

¿De donde sacó "Zerdillo" esa mama­da? Esto lo hace únicamente para crear controversias, pues los miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación los elegía el Senado, a propuesta del Poder Ejecutivo y Morena es mayoría, entonces no tenía problema alguno para imponer a los ministros, pero la finalidad es democratizar el Poder Judicial, que el pueblo los elija, no el partido en el poder.

* (Columna publicada inicialmente en el semanario hermano TRIBUNA LIBRE el pasado jueves 1).