Transcripción:
Ni la burla perdonan:
LA AUSTERIDAD EN MORENA
"Critica lujos en Morena. Les dijo que vale la pena recordar los principios del Movimiento. La presidenta Claudia Sheinbaum reprobó que los morenistas exhiban una vida de lujos con viajes en 'camionetas', ropa de marca y hasta 'guaruras', por lo que los llamó a retomar los principios del movimiento de transformación, ya que el pueblo en algún momento va a decir: 'No, yo no voté por eso.' ... Además, explicó que nosotros tenemos que dar ejemplo de que no es el consumismo, no es ir a restaurantes, el andar viajando, el mejor ejemplo para un servidor o servidora pública, ni andar en camionetas (...) Todas esas cosas cuestan carísimo, y la ropa de marca, el no sé qué, no. Nosotros venimos de un movimiento popular." (Heraldo de México, 11 de abril de 2025).
A la señora Sheinbaum, al recomendar austeridad republicana a sus subordinados: legisladores, gobernadores, secretarios de Estado, ministras de la Corte y otros y otras, se le olvidó un pequeño detalle: los morenistas, como políticos mexicanos que son, sobre todo los de nuevo cuño, ahora que llegaron al Poder están para gozar las mieles que éste proporciona y no para sufrir las privaciones y pobrezas a las que ya se estaban acostumbrando; de 2018 en adelante, éstas, que se las queden los gobernados comunes y corrientes, que por eso lo son. Aquellos son de la opinión de que: a lo bueno se acostumbra uno fácil.
Los expriistas incrustados en Morena, conocedores de los vericuetos del Poder; sabedores de los sitios en donde hay dinero y de la manera de gozarlo sin incurrir en responsabilidad, se muestran más discretos y austeros.
Aunque tienen dinero, no lo exhiben; si bien tienen poder, no hacen ostentación de ello; es cierto que viajan, pero lo hacen en aviones privados, sin que sea notorio.
Los morenistas, como todo nuevo rico, han incurrido en el pecado de la ostentación y la soberbia. No saben cómo mostrar su nuevo estatus, su dinero y el poder que, de buenas a primeras, les cayó del cielo. Es explicable y justificado el regaño presidencial, pero este, como lo disponía el viejo principio de derecho español: obedézcase, pero no se cumpla, no se debe atender ni observar.
Los morenistas no son tontos, mucho menos pendejos; pendejos los indios, que hasta para orinar se encueran. Habiendo saboreado las mieles del Poder, ahora que pueden, se están aprovechando de los beneficios que dan los cargos públicos y el erario.
En todos los niveles, con observancia de las jerarquías, vemos que aquellos morenistas que, en son de burla, se dicen servidores públicos, hacen ostentación de riqueza; nos muestran el éxito que han alcanzado y nos untan nuestra pobreza. A la vista de todos, en violación del artículo 127 constitucional, muestran sus grandes camionetas blindadas, los guaruras que les brindan protección, el desfile de automóviles en que estos viajan y la ropa de marca que usan. Para eso llegaron al Poder; ahora es cuando.
¡Cómo rinde el sueldo de un servidor público! A alcanza para pagar todo: ayudantes, choferes, guaruras, secretarios de estudio y cuenta, servidumbre, comidas, viajes en business class, acarreos de partidarios y otras menudencias parecidas. No creo que ellos, que son diferentes, sean capaces de cargar el costo de todo ese boato al erario público. No son iguales. No los creo capaces de violar la Carta Magna que pone límites a las prestaciones que perciben los servidores públicos.
A los gobiernos de la Cuarta Transformación se les acabaron los fondos; para conservar el boato en que viven y a seguir con la política de derroche que los caracteriza, han recurrido a la práctica de salir a asaltar en despoblado: a las malas, es decir, sin cubrir las formalidades de Ley, se han apoderado: "Sin aval. Sin consulta del Consejo de la Judicatura (CJF), Nacional Financiera (Nafin) transfirió la totalidad de los recursos de fideicomisos de los trabajadores del Poder Judicial a la Tesorería de la Federación." (Crónica, 11 de abril de 2025), recursos que, por ley, estaban destinados a fines específicos.
Para los morenistas, se acabaron los tiempos de las vacas flacas. Para sus aliados: los del Verde y los del Trabajo, con gobiernos priistas o panistas, han estado pegados a las ubres del presupuesto público. Para ellos, el auge que viven no es novedad. Para el común de la gente, hay limosnas y becas.
A los morenistas, por sus excesos, les es aplicable el verso de la Tierra Caliente del estado de Guerrero: Basta de tanto dolor; basta de tanto quebranto.
Se acabó el malestar; se acabó el desencanto.
¡Que viva la libertad, sí, pero no la chinguen tanto! Señores morenistas, sigan gastando los recursos públicos; no le hagan caso a su presidenta y, en teoría, su jefa; gocen las mieles que da el Poder ahora que lo tienen y pueden; úntense el dinero público, viajen con cargo al erario, coman en los sitios más caros, usen ropa de marca, despilfarren los recursos públicos, gasten el dinero de las pensiones de los empleados del Poder Judicial; hagan eso y más; mientras estén en el Poder; para ustedes todo se vale, pero no nos naden en la cara su riqueza mal habida y no nos humillen por nuestra pobreza y carencias. Señores morenistas: ¡Que viva la libertad, sí, pero no la chinguen tanto!
El regaño presidencial se olvidará pronto; sus efectos durarán el día y la víspera; al tiempo.
ELISUR ARTEAGA NAVA