Transcripción:
Justicia por propia mano: el riesgo de la desesperación y la verdadera seguridad
La justicia es el pilar de una sociedad en paz. Sin ella, el miedo y la desconfianza se instalan en la vida cotidiana. Pero cuando la percepción de impunidad croce, cuando la gente siente que las instituciones no responden, algunos optan por hacer justicia con sus propias manos. Esto no sólo es un síntoma de una crisis en la seguridad y en la confianza ciudadana, sino un riesgo latente para todos.
¿Por qué la gente toma la justicia en sus manos? Este fenómeno responde a múltiples factores, pero los principales son:
1. Impunidad y desconfianza en las instituciones. Cuando las víctimas sienten que denunciar un delito no lleva a ninguna consecuencia real, la frustración se convierte en enojo.
2. Respuestas tardías o inexistentes. En muchas comunidades, la falta de policías capacitados o de presencia efectiva de las autoridades deja a la población en una sensación de abandono.
3. Propagación de la información (y desinformación) en redes sociales. En minutos, una imagen, un vídeo o un mensaje viral pueden convertir una sospecha en condena pública, sin juicio ni pruebas.
4. El efecto contagio de la violencia. Cuando la comunidad ve que otros han tomado la justicia por su cuenta sin consecuencias legales, se refuerza la idea de que este camino es una opción legítima.
El problema real: más violencia, menos justicia. Tomar la justicia por propia mano no resuelve el problema, lo agrava. Transforma ciudadanos en verdugos, erosiona el Estado de derecho y perpetúa la violencia.
El riesgo de castigar a inocentes: muchas veces, quienes son atacados en estos actos de justicia colectiva no han cometido ningún crimen.
Descontrol y venganza: sin un proceso legal, las emociones dominan y pueden generar reacciones desproporcionadas.
Legitimación de la violencia: si la sociedad acepta que la violencia es un medio legítimo para impartir justicia, el ciclo nunca se detendrá.
Entonces, si el problema es tan grave, ¿cómo lo evitamos?
1. Recuperar la confianza en las instituciones. La única forma de evitar que la gente busque justicia fuera de la ley es asegurando que ésta funcione. Para ello, es clave: -
Reducir la impunidad: las investigaciones deben ser rápidas, efectivas y transparentes.
Mejorar la atención a víctimas: un ciudadano que denuncia y es escuchado tiene menos incentivos para tomar la justicia en sus manos.
Garantizar la presencia policial: la policía debe ser vista como altada, no como ausente o corrupta.
2. Justicia rápida y eficiente. Los delincuentes no sólo deben ser castigados; el proceso debe ser ágil y confiable.
3. Educación y cultura de la legalidad. No basta con mejorar las instituciones; la ciudadanía también juega un papel clave:
Programas escolares sobre el sistema de justicia.
Campañas de información sobre cómo denunciar y qué hacer ante un delito. -
Promoción del respeto al debido proceso.
4. Uso responsable de la tecnología y redes sociales. Es necesario fomentar la verificación de información antes de compartirlay evitar juicios sin pruebas.
5. Fortalecer la justicia comunitaria, pero con apego a la ley. Muchas comunidades han desarrollado sistemas de justicia propios ante la ausencia de las autoridades. Si éstos se regulan y trabajan junto con el Estado, pueden ser una herramienta efectiva para prevenir delitos sin caer en la ilegalidad.
Justicia, no venganza. Entender por qué la gente toma la justicia por su cuenta es clave para resolver el problema. La solución no es castigar a quienes linchan, sino atacar las causas que los llevaron a hacerlo: impunidad, miedo y desconfianza. Si queremos una sociedad más segura, no podemos normalizar la violencia. La justicia debe ser firme, pero siempre dentro del marco de la ley.
Para el bien y bienestar de todos, tomemos el camino correcto: exigir justicia, pero nunca fuera de la ley. Que la justicia sea justa, pronta y expedita.
Tomar la justicia por propia mano no resuelve el problema, lo agrava.
Luis Wertman Zaslav