Transcripción:
México y EU enfrentan gobiernos populistas que traerán más o menos daño permanente dependiendo de si la democracia fuerza a rendir cuentas.
Populismo aquí y allá
Quizá uno de los daños más graves que provoca la epidemia de populismo que aqueja al mundo proviene de la polarización extrema que engendra, dividiendo a la población entre quienes apoyan al mesiánico líder y quienes se oponen a él. Ésta invita a una peligrosa y absoluta aquiescencia de sus partidarios a cualquier ocurrencia, negándose a reconocer errores evidentes o el daño colateral infligido por éstos.
Vale la pena ver el documental Texcoco (https://shorturl.at/qr2ND) sobre la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la CDMX. Quien lo vea, sin sesgo ideológico o partidista, constatará el enorme error cometido antes de que arrancara el sexenio de AMLO. Aun así, habrá quienes insistan en defender la absurda y arbitraria cancelación de una obra que hubiera acelerado la posibilidad de que aprovecháramos el nearshoring que venía, de que ganáramos competitividad que hoy necesitamos y que se hubiera materializado en crecimiento económico que estuvo -y sigue estando- ausente en las administraciones morenistas.
Disparándose en el pie, AMLO descarriló los elementos que brindaban la esperanza de por fin vencer la "trampa del ingreso medio". Seguíamos siendo un país con graves problemas -corrupción, desigualdad, crimen- pero íbamos construyendo fortalezas institucionales que nos permitían aspirar al desarrollo. Éstas han sido una a una desmanteladas por gobiernos ineptos, autoritarios y capturados por ideologías rancias que jamás dieron fruto en lugar alguno.
Los remanentes de aquellas fortalezas permiten que el gobierno de Sheinbaum no se desplome. En 2018, teníamos Grado de Inversión, un banco central autónomo y otros órganos autónomos que nos permitían tomar decisiones cruciales con criterios técnicos y no políticos, un Poder Judicial con cierta independencia y "guardaditos" para contingencias. Queda cada vez menos de eso que nos diferenciaba de países con los que competimos.
En EU pasa lo mismo. Como AMLO, Trump diagnostica correctamente problemas reales, pero prescribe recetas simplistas. Encabeza un gobierno autoritario que judicializa la política para perseguir adversarios, condona corrupción, ofrece impunidad a los suyos e impone una polarización que aprovecha el rechazo a excesos culturales de gobiernos demócratas para ganar a electores moderados o independientes. Pero la absurda imposición de tarifas (y el inicio de la guerra comercial confirmado ayer) y la amenaza de deportaciones masivas, no exentas de sesgo racista, introducirán presión inflacionaria cuando esa economía necesitaba bajar tasas de interés para reducir el alto costo de financiar la abultada deuda, secuela de la pandemia, y que costó más que el gasto militar en 2024.
Tras lograr el "aterrizaje suave" que parecía imposible después de los masivos estímulos fiscal y monetario que paliaron la parálisis económica que trajo el Covid, vuelve la amenaza de una recesión que, en caso de materializarse, devastará a la economía mexicana.
El problema tanto allá como acá es que líderes narcisistas prefieren rodearse de sicofantes incondicionales que aplauden la "genialidad" de medidas sin sentido, mientras que medios y empresarios moderan su crítica ante posibles reacciones violentas de quienes no titubean en judicializar su ira.
Pero la principal diferencia entre un país y otro está en que en EU sobrevive una democracia que, si bien no garantiza que lleguen los mejores, ofrece vías de salida para los peores. En México, éstas están siendo demolidas. Lo mismo con instituciones que en EU saldrán mermadas, pero que en México desaparecen. Acá y allá, el populismo permanecerá en el poder si logra que la polarización y el odio al rival importen más que el impacto de sus errores.
No me canso de repetir que Sheinbaum tiene que hacer mucho más que convencernos de que "nuestra economía está muy fuerte" y la recesión que ya vivimos es imaginaria. Necesitamos cambios radicales para fortalecer la inversión privada, a pesar del muy adverso entorno que enfrentamos y que podría empeorar.
El peor enemigo del populismo ha sido, es y seguirá siendo la terca realidad.
JORGE SUÁREZ-VÉLEZ