Transcripción:
Sor Juana y su género
Sor Juana dejó un legado impresionante en la literatura y en la lucha por los derechos de las mujeres. Su valentía y pensamiento siguen inspirando a muchas personas hasta la actualidad. Sor Juana Inés de la Cruz enfrentó muchas dificultades para estudiar y desarrollarse intelectualmente debido a su condición de mujer en el siglo XVII. En esa época, el acceso a la educación estaba prácticamente reservado a los hombres, y las mujeres eran destinadas principalmente a labores domésticas o religiosas.
Desde pequeña, Sor Juana mostró una gran pasión por el conocimiento, aprendiendo a leer y escribir en secreto. Más tarde, al notar que la sociedad no permitía a las mujeres recibir educación formal, decidió ingresar a un convento, donde encontró un espacio más propicio para estudiar y escribir, sin las restricciones del matrimonio o la vida social impuestas a las mujeres.
Sin embargo, sus ideas y escritos le trajeron problemas. Defendía el derecho de las mujeres a la educación y cuestionaba la hipocresía de la sociedad de su tiempo. Esto provocó la crítica de autoridades religiosas y políticas, quienes consideraban que una monja no debía involucrarse en asuntos intelectuales. Finalmente, fue presionada para dejar sus estudios y dedicarse exclusivamente a la vida religiosa, lo que marcó el final de su producción literaria.
Sor Juana dejó un legado impresionante en la literatura y en la lucha por los derechos de las mujeres. Su valentía y pensamiento siguen inspirando a muchas personas hasta hoy.
La lucha por los derechos de las mujeres y la equidad de género en México ha sido un proceso extenso, con hitos históricos, resistencias y avances graduales. Desde el Primer Congreso Feminista de Yucatán en 1916, donde se discutió la igualdad en educación y trabajo, hasta la elección de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta en 2024, el país ha vivido profundas transformaciones en la inclusión de las mujeres.
A nivel internacional, la CEDAW (1979), la Convención de Belém do Pará (1994) y la Plataforma de Acción de Beijing (1995) fueron clave para prevenir y erradicar la violencia de género. En México, estos compromisos se reflejaron en leyes como la Ley General de Igualdad entre Mujeres y Hombres (2006) y la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (2007), que han permitido visibilizar y sancionar la violencia de género, además de promover el acceso equitativo a oportunidades.
El siglo XXI ha traído avances sin precedentes. La implementación de cuotas de género y la paridad constitucional han llevado a una representación femenina histórica en el Congreso y a una mayor presencia de mujeres en posiciones de liderazgo. La paridad en el gabinete presidencial desde 2018 y la llegada de la presidenta Sheinbaum al poder consolidan una nueva etapa en la democracia mexicana, donde las mujeres gobiernan y transforman el país.
No obstante, la lucha por la igualdad sustantiva continúa. Persisten retos estructurales que limitan el acceso de las mujeres a la justicia, la educación y el empleo en condiciones equitativas. La violencia de género sigue siendo un problema grave, con altos índices de feminicidios y agresiones, lo que subraya la urgencia de fortalecer los mecanismos de prevención y sanción. La creación de la Secretaría de las Mujeres en 2024 es un paso clave para consolidar los avances logrados y garantizar que las políticas de igualdad sean ejecutadas con mayor efectividad.
El reto es social y cultural. La equidad no se alcanza solo con leyes; el desafío ahora es transformar la paridad numérica en una paridad de poder real, donde las mujeres no solo ocupen cargos, sino que tengan autonomía y capacidad de decisión sin restricciones impuestas por su género, con acceso pleno a la justicia y seguir en la construcción de una sociedad libre de violencia y discriminación.
¿O no, estimado lector?
No obstante, los avances en el siglo XXI, la lucha por la igualdad sustantiva continúa.
Juan Carlos Sánchez Magallán