Paren el tren


Resumen:

El gobierno de EU nos ofrece ayuda para frenar la violencia que generan los cárteles, pero el gobierno mexicano la rechaza. ¿Cuál es la verdadera razón de este rechazo?

Transcripción:

El gobierno de EU nos ofrece ayuda para frenar la violencia que generan los cárteles, pero el gobierno mexicano la rechaza. ¿Cuál es la verdadera razón de este rechazo?

Paren el tren

Pretextando soberanía, el Gobierno mexicano ha declinado las ofertas de ayuda de Estados Unidos para frenar la violencia generada por los cárteles mexicanos, principalmente por los de Sinaloa y el CJNG. Viéndolo de manera complaciente y desde el lado mexicano, podría pensarse que esta férrea defensa de "nuestra soberanía" al declinar la ayuda del Gobierno norteamericano debe considerarse un acto digno de aplauso y reconocimiento. Solo que los norteamericanos lo ven de otra manera. Para ellos, el rechazo a su ayuda forma parte de una sistemática protección al CDS, al que no se le toca.

A pesar de que cientos de elementos del Ejército se han enviado a Sinaloa y otros cientos más de la Guardia Nacional, lejos de disminuir, la violencia se ha incrementado. ¿Qué más fehaciente evidencia se requiere para respaldar la veracidad de esta aserción que los eventos del fin de semana en la Carretera 15, que conecta Sinaloa con Sonora? Una balacera que duró casi 12 horas, coches quemados y horas de inactividad de los elementos de "Seguridad", que supuestamente no podían acceder al lugar del enfrentamiento.

¿Y acaso fue detenido algún capo importante, algún líder, uno de los tantos por los que Estados Unidos clama extradición? Pues no. Los hechos violentos, que incluyen un número desconocido de víctimas pero que supuestamente suman al menos dos miembros del Ejército heridos, han quedado hasta el momento impunes.

Los ciudadanos encontramos difícil creer que, pese a meses de presencia "extra" de militares y de la GN en Sinaloa, todo siga igual. Por lo mismo, se deja claro el punto de vista norteamericano expresado en la ya famosa declaración del presidente Trump: "El Gobierno mexicano le tiene miedo a los cárteles"; por ello, el Gobierno mexicano no acepta la ayuda, pese a que resulta clarísimo que la necesita a raudales. Si se quisiera de verdad combatir y desmantelar a los cárteles más peligrosos, NINGÚN SOLDADO norteamericano necesitaría pisar México: es FALSO que nuestra soberanía esté de por medio. Resulta obvio que, si tanto el Ejército como la Guardia Nacional y las fuerzas de élite se encuentran en Sinaloa desde hace meses sin detener a los GENERADORES DE VIOLENCIA principales (los "Chapitos" y los "Mayitos"), esto quiere decir que no saben dónde están o no los quieren atrapar.

Si no saben dónde están, todo lo que se requiere hacer es preguntarles a las agencias norteamericanas que han estado realizando labores de inteligencia en México mediante drones, aviones y barcos: ellos saben dónde están. De igual manera, saben dónde se localizan sus laboratorios para procesar fentanilo.

Hace días, Estados Unidos realizó un decomiso récord de fentanilo mexicano del lado norteamericano, es decir, que pasó de México a Estados Unidos. ¿Sabe el Zar de la Seguridad Mexicana, García Harfuch, por dónde pasó y quién lo pasó, si hubo contubernio con autoridades mexicanas? Si acaso lo sabe, no ha hecho nada al respecto, y si no lo sabe, que le pregunte a quienes detectaron y confiscaron el masivo cargamento de pastillas: ¡los norteamericanos! Si hay voluntad, hay forma; si no hay voluntad, no hay forma.

Nos duele contemplarlo, pero podría ser que para el Gobierno mexicano los "Chapos" y los "Mayos" son intocables, lo cual sería la verdadera razón por la que se rechaza la ayuda ofrecida por Estados Unidos.

En este mismo contexto, debemos lamentar —una vez más— la persecución, amedrentamiento y asesinato de las "Madres Buscadoras". ¿No debiera un Gobierno liderado por féminas preocuparse precisamente por los feminicidios y defender a capa y espada a las madres buscadoras, acosadas por el crimen organizado? Nos parece inexplicable que esta otra forma de violencia no se persiga con ahínco y firmeza.

Simplemente no se notan los resultados, y no solo en Sinaloa. Las cifras del Gobierno afirman una cosa, pero la cruda realidad que viven los mexicanos en la calle muestra otra muy distinta. Esto encapsulado en el contexto de un Gobierno inmerso en la destrucción sistemática de nuestra "joven democracia" genera una enorme preocupación en la sociedad pensante: vamos directo al precipicio y nadie osa intentar parar el tren.

MANUEL J. JÁUREGUI