Resumen:
La fama y grandeza de la UNAM es inconmensurable como su lema: "Por mi raza hablará el espíritu". Hoy, a más de cien años, esta frase resuena con fuerza en los pasillos, auditorios, laboratorios y jardines de Ciudad Universitaria, y en cada uno de los planteles, centros y sedes de esta honorable casa de estudios que no es solo una institución: es una idea poderosa de transformación social, una maquinaria de paz, ciencia y esperanza.
Transcripción:
La fama y grandeza de la UNAM es inconmensurable como su lema: "Por mi raza hablará el espíritu". Hoy, a más de cien años, esta frase resuena con fuerza en los pasillos, auditorios, laboratorios y jardines de Ciudad Universitaria, y en cada uno de los planteles, centros y sedes de esta honorable casa de estudios que no es solo una institución: es una idea poderosa de transformación social, una maquinaria de paz, ciencia y esperanza.
La publicación reciente de los resultados de admisión para el ciclo escolar 2025, acompañada del anuncio de la ampliación de la matrícula en más de cinco mil lugares, representa mucho más que cifras. Es una victoria para muchos jóvenes que, con dedicación, ganaron el derecho de formar parte de la comunidad universitaria. Es también una señal de compromiso por parte de las autoridades de la UNAM y del Gobierno Federal encabezado por la Dra. Sheinbaum, egresada de esta misma universidad. La buena comunicación y el respeto mutuo entre la Presidencia y el Rector, Dr. Leonardo Lomelí, representan un acuerdo institucional que da rumbo y aliento al país entero.
La UNAM, como las grandes instituciones públicas de educación superior, el IPN, la UAM y muchas otras, no son simples centros de enseñanza: son barreras contra la desigualdad, templos del pensamiento crítico, motores de movilidad social. La educación pública gratuita no es una dádiva: es un derecho, y su existencia nos recuerda que un país puede medirse no sólo por sus cifras económicas, sino por el alcance de su dignidad colectiva.
En tiempos en que sectores de la ultraderecha intentan desmantelar lo público, frustrar la enseñanza y convertir el conocimiento en mercancía, es urgente defender el carácter nacional, laico, gratuito y plural de nuestras universidades. No solo por quienes hoy estudian en ellas, sino por los millones que vendrán. Porque no hay mejor inversión para el país que un aula abierta, una mente inquieta, un laboratorio encendido.
Ser universitario es un honor y una responsabilidad. Entrar a la UNAM es abrazar un legado centenario que ha alimentado los sueños de generaciones. Ser egresado de la UNAM no es sólo una credencial, es un privilegio, un compromiso con México. Los valores universitarios: la libertad de cátedra, el rigor científico, el sentido social, deben celebrarse y protegerse.
Hoy felicitamos a quienes lograron un lugar en esta convocatoria. Sabemos que no fue fácil. Sabemos también que son muchos más los que anhelan estudiar. Por eso pedimos: que se amplíe aún más la matrícula, que se destinen mayores recursos, que se defienda el presupuesto educativo no como gasto, sino como inversión estratégica.
Defender a la UNAM es defender la posibilidad de un país más justo, es prepararse para un futuro mejor. Que nunca dejemos de soñar con una educación que transforme, que acompañe, que libere... que nos colme de dignidad.
Diego Latorre López
@diegolgpn
EEZ