¿Tiranía o Democracia?


Resumen:

¿TIRANÍA O DEMOCRACIA?

Transcripción:

¿TIRANÍA O DEMOCRACIA?

Comienza a circular el libro de Luis de la Barreda, Las izquierdas, derechos humanos o tiranía.

En él, recupera algunos episodios oscuros de abuso, omisión y violaciones de los derechos humanos en la historia de las izquierdas en México y en el mundo. De tal manera, es un ejercicio crucial de memoria y análisis de la realidad política contemporánea y moderna. Con autorización de Ediciones Cal y Arena, ofrecemos al lector un fragmento de esta obra de quien fuera el primer ombudsman de la Ciudad de México.

De lo que se trata en la manipulación es de separar a los hombres de lo que su iniciativa fuerza propia podría alcanzar por sí mismos para doblegarlos a un plan y poder ajenos. -FERNANDO SAVATER

Los señalamientos críticos de la izquierda -las izquierdas- a las injusticias sociales son, sin duda, atendibles. Nadie debe sufrir hambre ni intemperie, ni carecer de los servicios adecuados de salud, educación, agua potable, drenaje, cultura, espacios para el esparcimiento, vacaciones, atención a sus vulnerabilidades y asistencia. Toda mujer y todo hombre deben contar con oportunidades para realizar su proyecto de vida. Los valores del proceso civilizatorio nos aconsejan, nos exigen que nadie en la comunidad quede desamparado, que las autoridades acudan en auxilio de quien lo requiera.

Nadie debe sufrir discriminación injusta ni marginación. Ese es, ese debe ser invariablemente, un objetivo de toda sociedad. El lema de toda comunidad civilizada debe ser el de los tres mosqueteros: todos para uno, uno para todos.

Ese tipo de sociedades lo han conseguido los países nórdicos y se han aproximado a ese objetivo el resto de los países pertenecientes a la Unión Europea y algunos otros como, por ejemplo, Australia, Canadá, Irlanda, Islandia, Chile, Costa Rica y Uruguay en América Latina.

No han tenido que sacrificar las libertades, ni los principios y las instituciones democráticas. El sacrificio de tales libertades coarta el proyecto de vida al que tiene derecho todo individuo. La erosión de los principios y las instituciones democráticas conduce a la tiranía. Las características básicas de aquellas sociedades que han logrado bienestar para sus habitantes sin asesinar la democracia se han sostenido con gobiernos socialdemócratas, gobiernos de derecha, gobiernos de centro y gobiernos de coalición de partidos de diverso signo político. Esas sociedades demuestran inequívocamente que ninguna de las conquistas sociales -educación, salud, seguridad, empleo bien remunerado, etcétera- requiere de la abolición de las libertades y la eliminación de las instituciones democráticas.

En cambio, los gobiernos de izquierda autoritaria han fraguado infiernos ahí donde ofrecieron paraísos, han ahogado las iniciativas -personales o de asociaciones- que enriquecen a las sociedades, han fomentado el odio contra un sector de los gobernados, han perseguido con furia y crueldad no solo a los disidentes, sino a quienes no se ajustan a lo que consideran el modelo ideal de individuo e incluso a sus propios camaradas que no se pliegan a sus designios, han asfixiado las libertades individuales y han provocado hambre y desabasto de bienes de primera necesidad. Como señala un personaje de 1984 de George Orwell, una de las novelas distópicas más célebres de todos los tiempos, publicada en 1949: el Partido desea tener el poder por el poder mismo. Únicamente nos interesa el poder, no nos importa el bienestar de las demás personas... Estamos seguros de que nadie toma el mando con el propósito de dejarlo. El poder es un fin en sí mismo, no es un medio. Una dictadura no se establece para proteger una revolución; la revolución se hace para instaurar una dictadura.

No hay una sola revolución armada de signo izquierdista que no haya degenerado en dictadura. No hay un solo gobierno populista que, enarbolando el discurso de amor al pueblo, no haya deteriorado la calidad de vida del conjunto de la población y eliminado la democracia.

Todos los gobiernos de izquierda autoritaria han estado lejos de lograr el sueño del hombre nuevo, "el más vacuo de los mitos que ha servido como coartada para eliminar ingentes masas de hombres 'del plan antiguo'". Ninguna de las decenas de millones de personas que abandonan sus países huyendo de la violencia, la miseria o la falta de horizontes promisorios busca la residencia en alguno de esos regímenes autoritarios. La gran mayoría emigra en busca del sueño americano o del sueño de la Europa occidental. Estados Unidos, el país que más migrantes recibe, no es ningún paraíso -no lo es ningún sitio en la tierra-, pero es, sin duda, un país de oportunidades. Quienes quieren vivir allí no esperan encontrar el Edén, sino alguna opción de acceder a una vida aceptablemente buena, y para conseguirlo están dispuestos no solo a dejar atrás apegos y querencias, sino a arriesgar el pellejo.

Una vida aceptablemente buena, humanamente aceptable, no es viable en la atmósfera de la opresión autoritaria.

Aun si las arbitrariedades cuentan con amplio respaldo social -los dictadores suelen contar, ¡vaya!, con adhesiones masivas-, eso no las hace plausibles.

No toda decisión mayoritaria es legítima ni democrática. La mayoría, por abrumadora que sea, no tiene derecho a suprimir derechos de las minorías, ni siquiera de un solo individuo, ni a discriminar o marginar a una sola persona por motivos de sexo, orientación sexual, condición socioeconómica, creencias religiosas, ideas políticas u origen étnico.

No tiene derecho, por ejemplo, a reimplantar la tortura o la pena de muerte, ni a decidir al margen de las pruebas y los procedimientos legales si se juzga o no a un individuo, ni a terminar con la independencia del poder judicial. La democracia responde al ideal de crear una comunidad en la que todos tengan la posibilidad de desarrollar sus aptitudes y sus anhelos, llevar a cabo su proyecto de vida, participar en las decisiones políticas y no ser aplastado por el poder. Por eso, [...] la democracia es la verdadera y decisiva revolución política acaecida en la trayectoria humana.

NOTAS

1 George Orwell, 1984, traducción de Pedro Villalobos, Lucemar, 2023, p. 270.

2 Fernando Savater, "Democracia" en Diccionario filosófico, Planeta, 1995, p. 94.

3 Savater, "Democracia", op. cit., p. 96. "No hay un solo gobierno populista que, enarbolando el discurso de amor al pueblo, no haya deteriorado la calidad de vida del conjunto de la población y eliminado la democracia."

Luis de la Barreda Solórzano