Tolvanera // Sopa de sapos


Resumen:

La afiliación en Morena está envuelta en la contradicción. Los ladrillos del segundo piso se pegan con incongruencia.

Transcripción:

La afiliación en Morena está envuelta en la contradicción. Los ladrillos del segundo piso se pegan con incongruencia.

Sopa de sapos

El partido de la diferencia apuesta por la homogeneidad; el partido de las libertades apura la censura; el partido de la honestidad asimila la corrupción. Lo consustancial es ajeno. Lo que un día fue, no será.

Envuelve la confusión o la facilidad para intercambiar la identidad. Ocurre en el oficialismo y en la oposición. Las posiciones políticas oscilan, cruzan y se encuentran. Hay morenistas que alaban el desmonte del aparato del sistema político tradicional estadounidense que hace Donald Trump que los opositores prianistas reclaman como réplica a lo Hecho en México. Del lado opositor, hay quienes anhelan que Trump lance el primer dron a una ranchería sinaloense para jalar la hebra que desmadeje al gobierno de Claudia Sheinbaum mientras los oficialistas los tildan de traidores a la Patria y les preparan el paredón.

Los morenistas aplauden a Trump por su apoyo a Putin y se burlan de los opositores mexicanos que ondean la bandera de Ucrania en el patio de su casa. Pero condenan las amenazas del estadounidense al gobierno de Claudia Sheinbaum.

La tenaza de fascinación-odio que Trump logra entre los políticos mexicanos es una de las mejores expresiones del mareo y la confusión nacional.

En el oficialismo, las redefiniciones políticas tienen que ver, evidentemente, con la retención del poder a toda costa. Eso pasa, desde luego, con evitar el mínimo daño, la fisura, la grieta. Pero el resane resulta caro. Y lo que quiere aparentarse como un edificio que construye su segundo piso con pulcritud muestra el descuido, la primera mano deslavada, la viga podrida.

Morena, el partido oficial, ha lanzado una campaña de afiliación masiva para que todo el pueblo quede en el mismo contenedor. Importa la forma como el fondo. Los módulos de afiliación se colocan en oficinas públicas como si fueran propiedad partidista. Y vale más la selfie que la credencial donde los nuevos agremiados festejan como si obtuvieran un doctorado cuando en realidad obtienen la inmunidad.

A la afiliación le envuelve la enorme contradicción. Reclutan en el Legislativo con la nariz tapada a sus furibundos opositores para sumar votos y aprobar las reformas constitucionales que cambian la historia. A la hora de afiliar al partido a esos mismos salvadores les exhiben la cartilla moral que no aplican en sus decisiones de política pública.

En "La distinción" y en sus ensayos sobre el espacio social y el espacio simbólico, Pierre Bourdieu abordaba hace décadas justamente las contradicciones que disolvían las dicotomías de izquierda o derecha. Las propiedades supuestamente intrínsecas de un grupo deben advertirse en función de su posición en un espacio social y derivado del juego de sus distintos capitales acumulados, no solo el económico (empresarios) sino también el cultural (intelectuales) o el social (origen y pertenencia). Y de manera significativa el capital político (poder).

Para consumar sus reformas de transformación, Morena no depende de sus mandones del capital cultural, los intelectuales, que guían la pureza del edificio de dos pisos. Dependen de los mandones del capital económico o de los políticos impuros.

"Cuando las otras formas de acumulación están más o menos completamente controladas (capital económico, capital cultural), el capital político se convierte entonces en el principio de diferenciación primordial y los miembros de la Nomenklatura política prácticamente no tienen más adversarios", refería Pierre Bourdieu.

La manera en que amasan ese capital político es lo que define la remodelación del poder en medio de las divertidas y trágicas contradicciones que lo encarnan. Es la apropiación de los bienes y servicios públicos, en símil del pasado, para configurar un sistema de dominio unipartidista aunque eso suponga pegar los ladrillos del segundo piso con el cemento de la incongruencia. Degluten sopa de sapos.

ROBERTO ZAMARRIPA