Transcripción:
Es terminar la simulación.
No hablar de lo que no es, sino atar lo que es posible.
En medio de la incertidumbre.
Esperanza y angustia definen la conjugación de dos acontecimientos que nada tienen que ver uno con otro, excepto por el enlace con la incertidumbre mexicana, que sobrecarga este martes como el día de la definición, pero olvida al día siguiente, el miércoles, como el amanecer de la incertidumbre.
Las fórmulas combinan la contradicción. Que gane Trump y que la Corte mexicana enmiende la reforma judicial. Que gane Kamala y que la Corte no pueda aprobar nada. Que gane Trump y la Corte no avance; que gane Kamala y la Corte hunda la reforma judicial.
Cualquiera de las combinaciones desata una creencia, pero no aleja la incertidumbre. Lo que definen ambos casos es la indefinición.
Ningún triunfo de cualquiera de los candidatos estadounidenses augura contundencia. Gane quien gane, la decisión final dependerá de otro conflicto, eventualmente largo e igualmente incierto, al menos por las encuestas y los ambientes prevalecientes.
Si la Corte dice que no a la reforma judicial, aun parcial, solo abrirá un enorme signo de interrogación que separará a una fracción de mexicanos de otra. Si la Corte no puede, la brecha es mayor; una decisión que no unirá, sino que fracturará.
Es interesante cómo las veladoras se prenden para iluminar la incertidumbre.
Lo que mayormente preocupa es que en cualquiera de los casos, estadounidense y mexicano, la decisión coquetea con la racionalidad para, al final, despreciarla. Resolverán las decisiones del tumulto, de la gritería, de la estrategia de desacreditación y no del punto de coincidencia, de la zona de encuentro.
El proyecto del ministro Juan Luis González Alcántara es una oferta política escondida en las marañas de interpretaciones jurídicas. Los que un día defendieron la imposibilidad de reformar la Constitución desde la Corte, ahora dicen lo contrario. Y viceversa.
La mayoría de ministros de la Corte ha hecho política. El mismo ministro González Alcántara admitió que su residencia particular es un Airbnb de la Corte para acordar estrategias con opositores. Tres ministras tampoco ocultan su preferencia partidista; por el contrario, la han potenciado y, de la mano de Morena, elevan su plataforma de empoderamiento "judicial". Por ello, lo que está puesto sobre la mesa es una propuesta jurídicamente discutible (la Corte no tiene facultades para reformar la Constitución por encima del Legislativo) y políticamente viable.
La elección de jueces, onerosa y aun desordenada, puede evitarse por ahora. Repensarse, rediseñarse.
La Corte puede aprobar una "ilegal" sentencia política que se convierta en una racional ruta de cambio.
Ni el Poder Ejecutivo ni el Legislativo acatarán jurídicamente una eventual aprobación del proyecto de Alcántara. Pero pueden tomar nota de su contenido político. Ir adelante con las elecciones de ministros y magistrados y posponer las elecciones de jueces federales y locales. Abrir un espacio de enmienda de la reforma judicial que permita una mejor organización del proceso de designación de jueces. Revisar logística, costos y tiempos. Cada quien su golpe para no atropellar la nación.
Se trata de acabar la simulación. Y si los ministros decidieron relevar a los opositores partidistas, que pacten. Su tiempo ha terminado. El del gobierno apenas empieza.
Escribe Byung-Chul Han: "Aunque la esperanza se opone diametralmente a la angustia, estructuralmente es afín a ella, pues ninguna de ellas se refiere a algo concreto".
(El espíritu de la esperanza, 2024).
La angustia define. ¿Alguien cede? ¿Ceder supone silenciar, terminar con el debate o la misma confrontación? No. Ni pierde el gobierno de Morena por aceptar el manifiesto de la Corte, ni pierden los ministros una pureza jurídica que hace rato se ha extraviado. El tema es cuánto pierde la nación.
"El espíritu de la esperanza habita en un campo de posibilidades que trasciende la inmanencia de la voluntad. La esperanza hace innecesarios los pronósticos. Quien tiene esperanza confía en lo imprevisible, cuenta con que haya posibilidades contra toda probabilidad", perfila Byung-Chul Han. Atarse a la esperanza.
ROBERTO ZAMARRIPA